En un país, con más de diez millones de habitantes no es posible soportar los mismos candidatos cada cuatro años, Parecería que nuestra sociedad nos es capaz de producir hombres y mujeres que puedan emprender un proyecto de nación.
Los políticos que se respetan, en sociedades que se respetan, si pierden se retiran, convencidos o no de la viabilidad de sus proyectos, pero si el pueblo no les da la oportunidad, se colocan a un lado y permiten a otros presentar propuestas.
Pero aquí eso no se da, todos los candidatos de todos los partidos ha sido perdedores, derrotados en elecciones presidenciales o convenciones partidarias. Paradójicamente, no se les quita el deseo de sacrificase, el deseo de servir, un caso muy raro por éstas latitudes.
O a lo mejor se convierten en prisioneros de su ego, o son parte de los grupos que se forman en los partidos, o más bien, de las asociaciones diseñadas para asaltar el poder y resolver sus problemas personales, olvidándose de los discursos y compromisos para dedicarse, organizadamente, a enriquecerse y burlarse de los dominicanos.
Quien no tiene vergüenza de entender que su carnaval pasó, no merece la confianza del pueblo, solo los dominicanos aspiran eternamente, porque nuestra sociedad no se levanta y los echa, aquí se permite de todo, solo hay que rodearse de un grupo de limpia sacos, de acólitos y ofrecerle cualquier posición e inmediatamente le hacen el coro, sin importarles la suerte del pueblo.
Por eso estamos jodidos, por ser permisivos, adulones, irresponsables e incapaces de articular un movimiento, de quitarnos las etiquetas partidarias y vestir los colores patrios, de organizarnos para escoger el mejor de los candidatos y no el menos malo. Todavía estamos a tiempo, no hay nada tan malo que no tenga algo bueno, y la situación se está tornando tan difícil que en la próxima contienda electoral podemos salir de éste círculo malicioso y desvergonzado que nos ha tocado vivir en los últimos cincuenta años. De usted depende.
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