domingo, 30 de enero de 2011

´´… el dolor de la despedida, arrebatada por las oscuras sombras del poder´´

Por: Sergio Reyes II

Hace unos años publiqué un relato en el que hago mención de luchas, abominaciones y martirologios que tuvieron como escenario el territorio de la Provincia Dajabón, en la etapa felizmente superada de la dictadura ilustrada de los ‘Doce Años’ (1966-1978) encabezada por Joaquín Balaguer en la República Dominicana.

Dicho escrito, elaborado con los artificios de la realidad-ficción, hace un enfoque, más o menos aproximado, de lo que ha sido posible desentrañar en relación al apresamiento-encarcelación-asesinato del dirigente político de filiación izquierdista Henry Segarra Santos, a fines de julio de 1969, hecho que, a partir de los informes presentados y evidencias halladas en el curso del proceso investigativo, fue perpetrado en el interior de la Fortaleza Beller, de Dajabón, en una criminal acción dirigida personalmente por el comandante de dicho recinto carcelario, José Demetrio Almonte Máyer -un nefasto y sanguinario personaje de ingrata recordación en toda la región, por su arbitrario comportamiento-, quien, a todas luces, actuaba movido por ‘órdenes superiores’ provenientes de los entretelones del poder, enquistados en la ‘silla de alfileres’ del gobierno balaguerista de entonces.

Además de resaltar la templanza, la convicción, las altas dotes dirigenciales de Henry Segarra y el inmenso significado de su entrega a la causa de los desposeídos del mundo y de manera especial a los campesinos sin tierra de El Pino, dicho relato constituye un homenaje a la abnegación y valentía demostrada por la esposa del citado dirigente político del Movimiento Popular Dominicano –MPD-, quien, unas veces junto a la madre de éste, otras en compañía de periodistas, representantes judiciales, de entidades progresistas, gremiales y comunitarias, y las más de las veces sola, desarrolló una enconada, tenaz y consistente campaña de denuncia y reclamo ante la opinión pública nacional e internacional en reclamo del esclarecimiento de la sospechosa e inquietante ‘desaparición’ de su consorte.

Esa mujer que con su valiente postura en cierto modo puso a temblar los cimientos de la tiranía ilustrada balaguerista, ante la incapacidad del régimen de reconocer el trágico castigo con que había eclipsado no solo la vida de Henry Segarra sino también de toda una pléyades de valiosos jóvenes de todo el espectro político dominicano de entonces, responde al nombre de Gladys Gutiérrez.

La firmeza e intransigencia exhibida en sus posiciones políticas, tanto en los años finales de la tiranía trujillista, el delicado y tortuoso proceso político de reinstauración de la democracia, los periodos de gobierno del balaguerato así como los diferentes regímenes más o menos democráticos que se han sucedido hasta el presente, han ido moldeando la personalidad de Gladys en niveles en los que sus convicciones políticas, su sensibilidad social y su calidad humana han devenido positivamente fortalecidos:

-Exiliada en Francia en 1972, en desmedro de su frágil condición de mujer desamparada en un país extraño, con el fantasma del asedio rondando su casa, en procura de acallar su vibrante voz.

-Tras su reintegro a la Patria, en 1974, continúa desarrollando laborantismo político, gremial y comunitario, desde diferentes instancias de la sociedad dominicana.

-Funciones gremiales y administrativas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo –UASD-.

-Presencia vigorosa, ecuánime y ejemplarizadora en organismos dirigenciales a lo interno del Partido de la Liberación Dominicana –PLD-, entidad política a la que dedica en el presente sus mayores esfuerzos y de cuyo Comité Central forma parte.

-Participación destacada en su paso por las Cámaras Legislativas (Diputada D.N. 1990-1994); Regidora, en el Ayuntamiento del Distrito Nacional, Secretaria de Estado de la Mujer (1996-2000) y Asesora del Poder Ejecutivo en asuntos relativos a la condición de la Mujer, en la actualidad.

Estos aspectos constituyen apenas una apretada síntesis de la estela relevante dejada por esta infatigable mujer en el transcurso de su recorrido en diferentes instancias de la sociedad dominicana, a lo largo de la mayor parte de una valiosa existencia que ya supera las 7 décadas.

En adición, queremos resaltar las valiosas enseñanzas que recibimos de ella en los años en que se se desempeñó como empleada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo –UASD- y tuvimos el privilegio de interactuar a su lado en actividades administrativas, sindicales, jornadas de lucha en pro de demandas reivindicativas de diferentes sectores sociales, y, a veces, disfrutar del remanso de paz que se respiraba en su hogar, a donde acudíamos continuamente, ya fuese para debatir fórmulas y acuerdos que permitiesen arribar al logro de soluciones a conflictos gremiales que estuviesen afectando el normal desenvolvimiento de la Academia, como también para darnos un respiro, en la conflictiva y agitada vida de esos años.

Gladys Gutiérrez de Segarra se encuentra padeciendo en estos días de una delicada afección cerebro-vascular que afecta peligrosamente su salud y su vida. El personal médico que sigue paso a paso el desarrollo de su historial clínico ha informado que su condición es delicada y de cuidado. Especialistas de probada experiencia del Centro de Diagnóstico, Medicina Avanzada y Telemedicina –CEDIMAT- vienen dándole riguroso seguimiento a este caso, en aras de lograr restablecer la salud de la paciente y devolverla al seno de su hogar, junto a sus seres queridos.

Pienso, que es el mejor momento para que todos los que la queremos y admiramos, sin reservas ideológicas ni personales, elevemos una oración al Altísimo, en procura del bienestar para esta inigualable mujer dominicana.

Y en lo personal, a riesgo de parecer irreverente, quiero pedirle a Doña Gladys –como le llamábamos cariñosamente en el Economato de la UASD-, que, rescatando el coraje de sus años de luchas revolucionarias, saque fuerzas de voluntad para sobreponerse a la afección que la mantiene postrada en estos momentos, a fin de que podamos continuar disfrutando por muchos años más de su dulzura maternal, su ecuanimidad y su imbatible ejemplo.

Espero en Dios que así sea.

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