lunes, 7 de marzo de 2011

En marzo de 1861: El caudaloso rio del olvido

Dedicado a los estudiantes del curso de Antropología 0-19 de la sede central de UTESA.

Un gran historiador de la segunda guerra mundial, el norteamericano David Irving, se refería a los historiadores como seres superiores. Esa condición les otorga, decía con razón, un poder del cual ni siquiera los dioses disfrutan. Se estaba refiriendo a la práctica nefasta de cambiar los hechos ya sucedidos.

Lo que se refiere a la República Dominica y su relación con Haití, ha padecido de un problema de amnesia histórica, promovida por falsos historiadores, conducente a creer que nuestro mayor enemigo son los vecinos del lado oeste.

Siguiendo lo trazado por intereses oscuros, no determinados, las nuevas generaciones han repetido las versiones improbables de la amenaza que representa Haití para este llamado país.

Así, hemos sido testigos de la ascensión al poder de dos personajes nietos de haitianos, uno de ellos, Rafael Leónidas Trujillo Molina Chevalier, el otro Joaquín Balaguer Ricardo Hereaux. Paradójicamente, los dos trabajaron incansablemente la idea del peligro haitiano, lo cual deja entrever más de lo que hay en el fondo de todo eso.

Para construir una idea de nación, la era de Trujillo, ayudada por la chusma intelectual que lo aupaba, decidió tomar los escritos de José Gabriel García referentes al tema y convertirlos en verdad sin discusión. A partir de interesadas opiniones, construyeron una idea imposible de la independencia frente a Haití, cargada de odios, procedentes de discursos anexionistas del siglo XIX, elaborados por el sector que arrebató la república a los trinitarios.

Utilizando una proposición defectuosa, elaborada con una premisa cierta, el derecho a la fundación de la república, y otra falsa, la oposición de los haitianos, llegaron a la conclusión de que tenían el derecho de hacer lo que mejor les conviniera.

Crearon la versión del patriotismo de Santana y Báez, quienes elaboraron y firmaron el Plan conocido como Báez-Levasseur, empeñando la soberanía de la República Dominicana aun antes de ser fundada.

Aquel documento retrata el ideal de los llamados fundadores de la república, comandados por el libertador-anexionista, General de División, Marques De Las Carreras y favorito de muchos, Pedro Santana Familia.

Si para muestra basta un botón, entonces miremos los esfuerzos coronados con el éxito, llevados a cabo por Santana y su camarilla, después de sucesivos intentos, logrando que en marzo de 1861 la Republica Dominicana fuera a ser una provincia más del reino de España.

La irónica contra parte fueron los esfuerzos realizados por el presidente haitiano Fabre Gefrard, (como parte del ciclo revolucionario en que estaba inmersa la región), para ayudar a restablecer la independencia dominicana.

El presidente Gefrard daba apoyo y santuario a los dominicanos. Sin lo cual no se hubiera dado el grito de Capotillo, el 16 de agosto de 1863, proclamando la independencia nacional.

Por otro lado se olvida con toda intención, el apoyo del presidente Nisagge Saget, al esfuerzo patriótico iniciado por los sectores anti-anexionistas encabezados por Luperón, Cabral y Pimentel en 1868, contra el plan de anexión a Los Estados Unidos, por parte de Buenaventura Báez y su grupo, ya sin Pedro Santana.

Esa iniciativa patriótica, igual que la REVOLUCIÓN RESTAURADORA, fue organizada y planificada, por pura casualidad, con el apoyo dado en dinero, armas y hombres

de nuestros enemigos haitianos, ¿qué les parece?.

La nación ha transitado desde su origen por senderos difíciles, con pasos imprecisos, mal conducida, el tema único es la economía y se deja a un lado la formación. El conocimiento forma parte exclusiva del capital de los de los grupos de poder político.

Parecería que promueven deliberadamente el embrutecimiento y el desconocimiento. Desinforman y dejan en el olvido los verdaderos orígenes de la nacionalidad y promueven sin parar, los falsos héroes de las llamadas guerras de independencia.

Pero vendrá un día, lo asegura el proceso histórico, cuando toda esa historiografía de falsas declaraciones será arrastrada por el caudaloso río del olvido.

Hasta otra entrega amigas, amigos.

El autor es Dajabonero y educador social.

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